Del griego hedone
(placer). Doctrina ética según la cual el único bien es el placer y el único
mal el dolor. En consecuencia, sitúa en el placer la felicidad humana. El
hedonismo no consiste en afirmar que el placer es un bien, ya que dicha
afirmación ha sido admitida por otras muchas doctrinas éticas muy alejadas del
hedonismo, sino en considerar que el placer es el único y supremo bien. El
término hedonismo puede tomarse en dos sentidos, lato y estricto. En el
primero, hedonismo sería una teoría ética de gran amplitud en la que la palabra
placer tendría un significado muy extenso, abarcando tanto el placer como la
utilidad; en este sentido se encuadraría dentro del hedonismo el utilitarismo
(v.). En un sentido más restringido, el hedonismo se diferencia del
utilitarismo, fundamentalmente, porque el primero cifra el bien en el placer
individual, mientras que el segundo afirma como bien sumo el placer, el
bienestar y la utilidad sociales; el hedonismo tiene carácter individualista,
el utilitarismo es de índole socialista (en el sentido etimológico de la
palabra). Dentro del hedonismo en sentido estricto se pueden distinguir dos
formas del mismo, de acuerdo con los dos significados que tiene el término
placer. Éste designa, ya el placer sensible o inferior, ya el placer espiritual
o superior. En consecuencia, habrá dos formas de hedonismo, llamadas hedonismo
absoluto y hedonismo mitigado, o eudemonismo.
Hedonismo
absoluto. Afirma que el único bien es el placer sensible y el único mal el
dolor sensible. Se ha atribuido esta doctrina a Aristipo de Cirene y su escuela
(v. SOCRÁTICOS). No obstante, es difícil aceptar que un filósofo haya acogido
estas tesis que, tomadas en toda su pureza, harían del ser humano un mero
animal irracional. Las líneas que estructuran el hedonismo absoluto son las
siguientes:
1)
El placer es el bien, el dolor es el mal (Sexto Empírico, Adversus
mathematicos, VIII,199).
2)
Dentro de los diversos placeres tiene supremacía el sensible (Diógenes Laercio,
II, 90); se admite la existencia de placeres del espíritu, pero la naturaleza
de sumo bien es propia de los placeres sensibles, dado que la intensidad de
éstos es muy superior a la de aquéllos.
3)
En el seno del placer sensible, únicamente hemos de buscar el placer presente
(paron pathos), ya que el pasado se ha destruido y no existe, mientras que el
futuro es dudoso y no sabemos con certeza si será (Ateneo, XII, 544).
4)
La misión de la virtud en este sistema es exclusivamente la de elegir, entre
los posibles placeres presentes que estén ante nosotros, el más intenso. Tal es
el papel que Aristipo otorga a la fronesis, la prudencia.
5)
La única superación de este radical hedonismo se halla en la afirmación de
Aristipo de que el hombre sabio y prudente, aunque busque y desee el placer, lo
domina y no llega a estar esclavizado por él: «tengo, no soy tenido» (Diógenes
Laercio, II, 75). Es la postura que permite ver un atisbo de racionalidad en el
hombre hedonista.
Hedonismo
mitigado. Sostiene que el placer es el bien del hombre, pero da una clara
preferencia al placer espiritual sobre el sensible. Es la doctrina ética de
Epicuro (v.) y los epicúreos (v.). Sus puntos fundamentales son:
1)
Primacía del placer espiritual sobre el sensible, de la chara sobre la hedone.
2)
Distinción, dentro del placer, entre el de movimiento y el de reposo. El
primero se produce al satisfacer una necesidad, un deseo; el segundo, al haber
eliminado todas las apetencias. El hedonismo mitigado da más valor a este
último. Por ello dirá Epicuro: «Si quieres hacer rico a Pitocles, no aumentes
sus riquezas, sino disminuye sus deseos» (H. Usener, Epicurea, Leipzig 1897,
135).
3)
Determinación de una aritmética del placer sobre las siguientes reglas
primordiales:
a)
aceptar el placer presente, si no produce un dolor ulterior más intenso;
b)
rehuir el dolor presente que no pueda producir en el futuro un placer más
intenso;
c)
aceptar un dolor presente que origine un placer futuro más intenso;
d)
rehuir un placer presente que lleve aparejado un dolor futuro de mayor
intensidad. La búsqueda del placer en esta forma de hedonismo no se limita a la
ciega consecución del placer presente; se establece un principio de
racionalidad, al hacer intervenir en el deseo del placer la moderación que
puede suponer la previsión del futuro.
4)
La misión de la virtud dentro de este hedonismo queda limitada a una prudente
regulación de la conducta humana, encaminada a facilitar la aplicación en cada
caso concreto de esa aritmética del placer. Tal es la misión que Epicuro asigna
a la fronesis, la prudencia.
5)
Basado en estas directrices morales, el hombre podrá alcanzar su fin último,
que para el hedonismo mitigado es la ausencia de dolor (aponia), que nos dará
la tranquilidad de ánimo (ataraxia), en lo que radica la felicidad
(eudaimonia).
Algunos
autores cristianos, defensores de este tipo de hedonismo, han pretendido
armonizar esta teoría con su supuesto cristianismo.
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