Evohé

Evohé
Este término, Evohé, es el concepto que se utilizaba antes de comenzar los ritos entre los antiguos hombres de Grecia y demás naciones, fundamentalmente representó la unión entre lo divino y lo humano, una unión que daba origen y fundamento a toda actividad, no sólo religiosa.

miércoles, 19 de abril de 2017

EL NOMBRE DE LOS SOFISTAS


En griego antiguo. el término sophós/soφóς designaba, en primer lugar, a cualquiera que estuviera dotado de una habilidad, a veces natural, pero en general adquirida, por ejemplo, la de un conductor de carros, un piloto de navío, un augur, un escultor, etcétera. He aquí por qué el término se usó también para designar una capacidad más general, no sólo la que pusieron de manifiesto los siete Sabios, cuya sabiduría consistía en esencia en una habilidad en el dominio de la política, sino también la que muestra todo hombre sensato. Dicho esto, el término sophós puede presentar una connotación positiva y negativa a la vez. Los personajes de Ulises y de Neoptólemo, en el Filoctetes de Sófocles, ilustran bien esta ambigüedad.

En contraposición, el término sophistes/σοφιστής es un sustantivo agente derivado del verbo sophizesthai/σοφίζεσθαι. Como lo hace notar Diógenes Laercio (l. 12), sophistes era en su origen sinónimo de sophós. El hecho se verifica en Heródoto, que califica de sophistes a Pitágoras, a Solón y a los que instituyeron el culto de Dioniso, y que relata que todos los sofistas de Grecia, incluido Solón, fueron a visitar a Creso, el lidio. Cuando el término sophistes se distingue de sophós, pasa a designar al "enseñante". Tomado en este sentido, se lo atribuyó primero a los poetas y esto porque en la Grecia antigua la educación práctica y la enseñanza moral constituían las tareas esenciales de los poetas, como lo explica Platón en los libros Il y III de la República. En el siglo V, el término sophistes pasó a denominar no sólo a los autores que se expresaban en verso, sino también a los que se expresaban en prosa.

Los sentimientos ambiguos de los atenienses respecto de los sofistas se encuentran bien ilustrados por el epíteto deinos que acompañaba comúnmente a sophistes y a sophos. Al igual que las palabras que lo traducen, "formidable'', "terrible'', este término expresa al mismo tiempo el temor y la admiración, y se lo encuentra asociado a realidades muy diferentes: pueden ser deiné las bestias salvajes, las armas, Caribdis, el rayo, una diosa, un rey, etcétera. Las dos críticas que se le hacían habitualmente a un sofista eran las siguientes: no sabe tantas cosas como pretende y utiliza su inteligencia para fines malos, como lo da a entender el autor de tragedias Sófocles (frag. 97, Nauck), un contemporáneo de Protágoras. Aristófanes, por su parte, no se abstiene de jugar con este sentimiento al denunciar a los sofistas como charlatanes. En el diálogo platónico que lleva su nombre, Protágoras explica que, por temor a los celos de los demás, todas esas celebridades, Homero, Hesíodo, Simónides, Orfeo, Museo, Icos de Tarento, Heródico de Selimbria, Agatocles y Pitóclides de Ceos, han rechazado el calificativo de "sofistas" (Protágoras, 316 d-e). Se comprende entonces cómo Esquines, en el siglo siguiente, llega a calificar a Sócrates de "sofista" (Timarco, 173), así como Luciano, en el siglo II d. C. habla de Cristo como el “sofista crucificado” (Peregrino, 13).


BRISSON, Luc. Los sofistas.

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